El Guardián de los Recuerdos de los Hombres
Francisco “Pancho” Saenz
6/20/1930 - 3/10/2025
El final del verano. Pancho, 93 años, está en el baño.
Su hijo Manny, 57 años, quien lo llevó a medias hasta allí, se sienta en el suelo para esperar. Están discutiendo cómicamente, como siempre, insultos exagerados y mentiras.
Luego, Pancho interrumpe la pantomima. "Hijo", dice Pancho. "Siempre te he querido."
"¿Qué? ¿Cómo? Nunca en toda mi vida mi papá me había dicho que me quería", recordará después Manny. Se ríe. "Después, volvemos a nuestra rutina habitual.”
Una rutina impregnada de peleas y palabrotas, pesca y caza, trabajo y parrilladas, interrumpida por tragos de tequila. Estos son verdaderos hombres.
Ahora, sin embargo, Pancho está en un largo período de olvido. Manny ha asumido el doble papel de cuidador principal de su padre y custodio de sus recuerdos.
“Siempre juntos, siempre peleando como perros y gatos", dice Manny.
Los recuerdos protegidos por Manny fluyen, se fusionan, se separan y vuelven a confluir, como las voces del padre y el hijo.
La luz de la tarde entra en un dormitorio vacío en la casa ahora desocupada donde una vez vivió Pancho y donde él y su esposa Amparo criaron a sus hijos en Rio Grande City.
Durante años, compitieron para atrapar más peces. Pancho ganaba invariablemente. "Un día, atrapé dos lubinas primero", recuerda Manny. "Pero luego él atrapó tres seguidas. '¿Quién manda ahora?'"
Pancho inculcó disciplina a su hijo, una vez despertando al joven Manny a las 5 a.m. después de una noche de bebida y solo dos horas de sueño. "La cerveza está hecha para el hombre. Si no puedes manejarlo, no bebas más. Ahora levanta el trasero y ponte a trabajar." Esta lección se quedó. El Manny adulto sigue siendo capaz de saltar de la cama a la acción.
Recuerdos: la Navidad en que su papá le enseñó a andar en bicicleta por primera vez, adentro, por el frío. Instrucciones en lijar y pintar autos. Las parrilladas. Los viajes por la carretera.
Manny también es el guardián de recuerdos dolorosos: las pérdidas de su madre, su hermano, su hija. Y el momento en 2017 cuando Pancho confesó: "Hay algo mal conmigo. Es como si me perdiera un poco y no supiera qué estoy haciendo. ¿Crees que estoy bien?"
Para otros, esa conversación podría estar cargada de miedo o tristeza, una sensación de pérdida inminente. Padre e hijo lo tomaron con calma. "Mi mamá siempre nos decía, nadie es eterno en esta vida", recuerda Manny.
Pancho: El Latido del Corazón de la Fiesta
Pancho era el alma de la diversión, esta es la primera cualidad mencionada por sus hijos y primos. "Me enseñó a manejar cuando tenía ocho años. Y lo recuerdo haciendo títeres con una lámpara de gas durante una tormenta eléctrica cuando perdimos la electricidad", dice su hija Carmen, besándolo aquí durante una visita a Rio Grande City. "A veces se ponía la mano debajo de la axila y hacía ese sonido. Siempre tuvo sentido del humor, y hoy es igual".
Pancho no ha pescado en seis años. Su antigua pasión ya ni siquiera es un recuerdo. Otros detalles también han desaparecido. "No reconoce a mi esposa. De vez en cuando, incluso noto que no sabe quién soy yo. Le digo, hieres mis sentimientos’”
Incluso hasta ahora Manny sigue siendo el ancla, el infalible compañero de bromas de Pancho. El hijo que él ama.